domingo, 5 de mayo de 2013

Personajes oscuros, los "malos" de la historia.


En un post anterior (del 28 de abril) conté una historia de mi niñez en la que el protagonista había practicado canibalismo: mató un niño para comérselo.

Ayer comencé a ver la serie Hannibal. Tenía mis reservas sobre todo porque para mí el rostro del psicópata creado por Thomas Harris es el rostro de Anthony Hopkins, pero debo reconocer que esta serie despertó mi curiosidad. He visto poco, y lo que he visto me ha gustado. Pasa a formar parte de mi lista de series que (por ahora) vale la pena seguir.

Desde mi infancia me han fascinado las historias donde hay un personaje oscuro, el antagonista del héroe. En mi adolescencia, y hasta ahora, cuando leo una novela romántica, la pareja de la chica, digamos el hombre del que se enamora, debe tener algo que requiera "redención". Una historia turbia en su pasado, o una personalidad un poco perversa, algo así.
Es decir, el "príncipe azul" de las historias que me gustan debe poseer un lado oscuro. Algo de "dragón" en sus genes... No ser puro príncipe...

Será por eso que en las historias que he escrito está presente la oscuridad, el "destructor", la otra cara de la luz, y en todas ellas posee un increíble poder.
Lo más peligroso de este personaje es su capacidad camaleónica para pasar desapercibido: se camufla perfectamente en la vida de los héroes, de tal manera que el desafío es descubrir de dónde viene realmente el peligro. Cuál es su fuente.

En la novela que tengo publicada, "Los soñadores de Curvas Rocosas", el personaje oscuro tiene un ejecutor que realiza por él "el trabajo sucio", digamos, pero la misión de los héroes de la trama es descubrir la identidad de quien se halla detrás de esta fuerza destructiva. Es alguien que pasa completamente desapercibido entre los habitantes del pueblo donde viven.

En "el fantasma de la niebla" el asesino parece invisible, y la protagonista de la historia "capta" su presencia e intuye el momento cuando va a actuar, pero sólo lo ha visto una vez siendo niña, y para mantenerse a salvo ha debido escapar de aquella visión.

Por último, en "una voz en la oscuridad" la joven protagonista tampoco consigue ver al personaje oscuro de sus pesadillas, pero puede oírlo. Y en el pueblo donde ella ha nacido y se ha criado, donde todo el mundo se conoce, nada es lo que parece. Todos los vecinos guardan un secreto infame.

Puedo afirmar entonces que las historias que he escrito son un reflejo de aquello que me provoca terror, fascinación, curiosidad y atracción.
Creo que, por lo menos en mi caso, se cumple lo que un escritor afirmó una vez: "escribo aquello que me gustaría leer en una historia".
¡Feliz jornada!


Las dos primeras imágenes pertenecen a la película "El silencio de los corderos", y la última, a la serie que he nombrado: "Hannibal".

2 comentarios:

  1. Querida Fabi, resulta 'envolvente' esta confesión. Estoy convencida de que somos lo que escribimos, y ser es necesitar y saber. Así pues, lo que anhelamos igual que nuestros conocimientos, brotan de nuestra pluma para dejar huella en el papel. Nuestra huella.
    Como lectora lo aprecio todo, pero es en las historias de misterio donde disfruto, y me refiero en su amplio sentido. Si son de terror me gustan tanto como si son negras. Es decir, un combinado como Wilkie Collins, me puede hacer perder la noción del tiempo.
    Estoy segura que me gustará mucho leerte. Celebro haberte conocido.
    Un abrazo grande!!!
    Isabel (Úna F)

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  2. Muchas gracias Isabel, valoro muchísimo tus palabras... Me anima a continuar ofreciendo mi "ser" a través de la escritura... Un beso!!!

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