A medida que voy avanzando en el manuscrito que comencé hace
un mes, confirmo una vez más la genial frase de –valga la redundancia- un
genio: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando” (Picasso)
La combinación de talento y creatividad (que tenemos todos,
cada uno en su especie), da la primera impresión de que es algo que no requiere
esfuerzo y es tan natural como respirar, pero para que surja y “fluya” cuando
uno quiere se tiene que combinar con la voluntad y el hábito. Con una especie de
disciplina, por lo menos en mi caso.
“Aunque sea un renglón” me digo a mí misma para “arrancar”
con la escritura cuando me asalta la pereza, la duda o el pánico “escénico”
ante la página en blanco.
Estoy de acuerdo en eso de que lo más difícil es comenzar.
Después, como dice Stephen King, “sólo puede ir a mejor”. Otro genio.
Con la lectura otro tanto.
Y creo que es así con todo lo que nos proponemos. Por lo
menos, repito, en mi caso.
Me ocurre con el ejercicio, con planchar la ropa, con salir
a tomar aire y sol después de pasarme horas trabajando el cerebro derecho, en
fin… Hábitos que al principio uno se auto impone, se obliga a cumplirlos, hasta
que se integran de tal modo que finalmente se llevan a cabo con más ligereza y
naturalidad.
Por supuesto habrá momentos de bajón: es ahí donde a mí me
da resultado el autoengaño de “sólo un poco”, como las madres cuando intentan
persuadir a los niños pequeños ante la cucharada de jarabe. “Sólo un poco. Sólo
un renglón. Sólo una página. Sólo un rato.”
Juan XXIII escribió una maravillosa plegaria que comienza:
“sólo por hoy”. Pura sabiduría pedagógica.
No me planteo el largo plazo. El largo plazo hace que lo que
nos propongamos como mejora o cambio parezca una montaña imposible de escalar.
A mí esta estrategia aprendida de otros más sabios y que han
alcanzado sus objetivos, me da resultado. Me da resultado hoy. ¿Mañana? Cuando
llegue, lo sabré.
¡Feliz jornada!
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