jueves, 2 de mayo de 2013

Dos formas del amor: Catita y Azucena


Catita es atigrada, una mezcla de castaños y rojizos y un cuerpecito pequeño y frágil. Azucena tiene sangre "azul" mezclada con plebeya: siempre me dejó claro que era una pantera; en cautiverio, sí, pero pantera al fin.

Compartimos nuestros días en un tácito acuerdo: me permiten adorarlas, y a cambio de eso, desparraman a manos llenas autenticidad, naturaleza y amor. Creo que yo salgo ganando en el trato, y es ese el motivo de una devoción que muchos humanos ni comparten ni comprenden. Lo acepto. Debe ser así.

Observándolas en mis ratos de calma, descubro que ambas representan y viven el amor en aspectos distintos: Catita es el amor que concede; Azucena es el amor que da.

Catita condesciende, acepta, tolera, permite, es paciente;
Azucena inicia, busca, se acerca, actúa, lame, persigue, reclama.

Encarnan perfectamente dos aspectos del amor.
¿Quién dijo que todos los gatos son iguales?




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