lunes, 30 de diciembre de 2013

Relato: una noticia inquietante



Desde que el mes anterior había escuchado la noticia, no podía ir al cuarto de baño con tranquilidad. Su marido decía que aquello era una estupidez, pero a ella nadie podía quitarle esa inquietud de la cabeza.
Antes de sentarse en el váter, tiraba la cadena y hacía correr el agua. Después se inclinaba para mirar en el interior. ¿Y si el vecino del octavo tenía uno de esos bichos de los que hablaba la noticia? Aquel individuo se había mudado el año anterior, y nunca hablaba con nadie. Bien podría estar criando en su casa una serpiente o dos, y darles de comer ratones vivos, o Dios sabe qué más. Ella tenía entendido que esos seres repugnantes podían comer cualquier animal. La sola idea daba miedo.
La noche anterior la mujer había dormido muy mal. Recordaba haber soñado que su perro ladraba como loco en algún sitio de la casa, hasta que ella lo encontraba en el cuarto de baño frente al váter, de donde asomaba la cabeza de una víbora amarilla que de repente atacaba al perro y se lo llevaba al interior, haciéndolo desaparecer.
Había sido algo espantoso. Cuando despertó lo primero que hizo fue ir a buscar al perro, que dormía plácidamente en su sofá preferido.
Aquello la estaba enfermando: desde hacía tres días sufría retortijones que aparecían y desaparecían sin motivo aparente, y la mujer achacaba ese malestar al temor que sentía por causa de la historia de la serpiente hallada en un váter.
Intentó olvidar el tema; de modo que el jueves de esa semana decidió preparar galletas caseras. Llovía y hacía frío: era el tiempo ideal para estar en la cocina. Animada, la mujer buscó los ingredientes y se puso manos a la obra.
Cuando batía las claras, de nuevo sufrió un súbito retortijón que la hizo apoyarse en la encimera. El dolor era peor que las veces anteriores; sintió la necesidad de ir al cuarto de baño. Llegó hasta allí doblada en dos por el dolor, y con dificultad para respirar. Si no mejoraba ese día, acudiría al médico.
No pudo evitar echar una ojeada al interior del váter. «Te volverás loca con eso» pensó cuando por fin consiguió sentarse sobre él.
La sensación era terrible: parecía que le daban cuchillazos en las tripas; algo se desgarraba allí dentro y pensó que pronto iba a desmayarse.
En aquel momento le pareció escuchar el sonido de la llave en la puerta de la entrada. Era su marido, gracias a Dios. Comenzó a llamarlo, hasta que sintió como un tizón ardiente que le atravesaba las entrañas. Soltó un aullido de dolor.
Cuando el recién llegado esposo abrió la puerta del cuarto de baño, acompañado por el perro que ladraba enloquecido, ya era tarde: la mujer yacía sobre un gran charco de sangre, y por debajo de la falda enrollada daban coletazos tres parásitos inmensos, gruesos y con forma de lombrices, que acababa de expulsar.




Nota: las imágenes pertenecen a la película de "Alien, el octavo pasajero", y "El cazador de sueños".

2 comentarios:

  1. Buenísimo, Fabiana, muy bien manejado el suspenso.
    ¡Saludos!

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    1. ¡Muchas gracias Juan, me alegro de que te haya gustado!
      Un abrazo.

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