sábado, 15 de junio de 2013

Morir de amor


 


Desde los quince había soñado con el amor de su vida. Mejor dicho, desde los trece.
A partir de ese momento temió haberse enamorado del fantasma del amor: inasible, imposible, inalcanzable.

Intentó salir con chicos de su edad, pero era inútil. Con ellos la magia no llegaba. Los besos robados en las esquinas no conseguían conmoverla. Fingía que sí, para no quedar como un bicho raro ante la pareja de turno. Más tarde los abandonaba a todos con alguna excusa.

Sabía que tenía un problema. Los besos que imaginaba eran distintos. Los abrazos, las caricias, las miradas.
En su mente y en su corazón el verdadero amor, el loco amor que buscaba era una sinfonía divina de soles y estrellas, de universos eternos y azules. Sin embargo, hasta el momento solo había experimentado notas al ras del suelo.

Casi se da por vencida.
Casi creyó que debía conformarse con ver el amor desde lejos, sentada en el banco gris de una plaza gris, donde otras parejas felices flotaban ajenas a todo, anunciando a gritos su fortuna. Enamorados.
Casi.

En uno de sus paseos solitarios lo vio. Era él. El portador de su bienaventuranza, el dueño inconsciente de su sueño realizado.
Por fin las piezas encajaron. Se acercó a ella y todo fue de repente tan fácil, tan natural como la alineación de los astros en el cielo.

La joven creía a veces que moriría de amor, un sentimiento tan intenso que lo siguiente sería perecer.
A veces experimentaba pánico: si lo perdía quizás no iba a morir. En cambio se desintegraría completamente, se uniría con la nada, aniquilada, borrada de la existencia.

– ¿Me amas? –preguntaba cualquiera de los dos.
–Con locura –respondía el otro.

Ocurrió por la noche, de madrugada. Se preparaba una tormenta.
Ella vio lo que no debía haber visto.
Su amado por primera vez le daba la espalda, desnudo, junto a la ventana de la habitación a oscuras.
Un par de alas imposibles se recortaban negras proyectando sombras alargadas.
Tras esta visión el pecho de la joven estalló, y el corazón se hizo pedazos.
El Amor, finalmente, había oído su plegaria.
Exhaló el último suspiro en sus brazos.








4 comentarios:

  1. Te felicito, muy lindo blog. Ya te sigo. Un beso, Lou

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  2. Muchísimas gracias Lourdes, me alegro de que te guste. Un abrazo grande!

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  3. Preciosa historia de amor!!!
    Desde ya, te sigo Fabiana.
    Feliz domingo y semana,

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    1. Muchísimas gracias Rosa, encantada de tenerte por aquí leyendo mis historias, Feliz domingo para ti también, un abrazo!

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