¿En serio?
No lo sabía.
En la blanca algarabía
de palomas
el sol hacía cosquillas
en el aire, y la espuma
traviesa de las olas
se burlaba
del semblante
taciturno de las rocas,
y rompían ruidosamente
alegremente osadas,
se diría.
Las palmeras
se dejaban desmelenar
por el viento vagabundo
que en su andar
un amor en cada puerto
prometía.
¿En serio?
No lo sabía.
En las oficinas
se tomaba tan en serio
el día a día
que el reloj
se apoderaba de los sueños,
y despiertos,
él alzaba el látigo
del tiempo
sobre ellos,
¿sobre quiénes?
Los espectros.
¿En serio?
No lo sabía.
La primavera seducía
mi libertad,
y yo salté
del quinto piso
y llegué,
en el alma una sonrisa,
aterrizando suavemente
en esta orilla,
en este mar
que sin saberlo yo
ya me esperaba
como aguarda el amante
a la que alumbra
sus días,
y en serio,
repetiría por siempre
que no,
tantos años dormida,
yo no lo sabía.
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