martes, 16 de julio de 2013

Naufragio

película The guardian

Calma chicha durante varias horas. El mar semejaba a un inmenso espejo negro inmóvil, en suspenso.

«No me gusta» pensó el hombre curtido en diez mil travesías como aquella. Se acercaban las tres de la mañana. Mal asunto. Sus compañeros y él mantenían las redes echadas desde la tarde anterior.

El mar continuaba sin moverse.

The guardian
«Mal asunto» se repitió.

El primer latigazo llegó del este. Un repentino fulgor blanco, y a continuación otro y otro.

No tuvieron tiempo de recoger las redes. El sonido que oyeron de repente fue espantoso: un aullido sobrenatural perforando el aire, que se llenó de chispas eléctricas.

El cielo ya no era negro: se había transformado en una terrorífica llamarada naranja, cargada de furia.

Los tres pescadores lo supieron entonces: esa noche sería la última de sus aventuras. Iban a morir. Aunque no lo harían sin oponer resistencia; se aferraron con todas sus fuerzas a lo que el viento y la tormenta aún no habían destrozado o hundido.

A ciegas y prácticamente sordos por el rugido constante del viento, presintieron el golpe de gracia: una ola gigantesca que los arrojó con fuerza a las entrañas del mar.

Uno de ellos, antes de caer en la inconsciencia, lo sintió: algo cogió su brazo y tiró con fuerza.

El segundo pescador lo escuchó: por encima del ruido de la tormenta, alguien lo llamaba por su nombre.

El tercer pescador lo vio: algo nadaba entre ellos, y creyó que se trataba de un delfín, hasta que  una larga cabellera apareció flotando entre la espuma.

Sus cuerpos fueron arrojados a la orilla.

Poco antes del amanecer, la tormenta se marchó tan rápido como había llegado.

Por un instante, una sombra femenina se proyectó en la arena mojada de la playa antes de desaparecer.

Al volver en sí, los tres hombres solo recordaban algo: un par de ojos azules, del mismo color que las aguas profundas del mar.




Titanic
 
 

 

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