martes, 1 de octubre de 2013

Relato: el sueño del regreso


«Los muertos no regresan». Se lo había repetido a sí misma una y mil veces, después de la tragedia.

Todavía sentía el hueco en el pecho, donde hasta aquel momento había latido su corazón lleno de amor y felicidad.

Ahora estaba vacío. Todo su ser era polvo y arena, como un desierto olvidado.

Si al menos hubiese podido llorar, sentiría quizás un poco de alivio.

No estaba segura.

Desde aquella fatal noche cuando el reloj de su vida se hizo pedazos, las lágrimas le estaban vedadas. Lo mismo que el desahogo; al igual que el consuelo.

«Los muertos no regresan», volvió a repetir en su interior una vez más.

Sin embargo sus pasos la llevaron de nuevo hasta el jardín trasero de la casa que había compartido con su esposo, el amor de su vida.

Lo hacía todos los días, cuando las campanadas de la iglesia anunciaban la medianoche. Era el momento señalado para visitar la casa.

No se atrevía a entrar; se limitaba, en cambio, a andar por el jardín y a detenerse frente a una de las ventanas, y mirar a través del cristal, hacia el interior.

Allí, entre esas paredes, había pasado las horas más felices de su existencia. Había sido capaz de amar con toda la fuerza de su frágil corazón.

Allí mismo vivió su paraíso particular, hasta que este se tornó en el peor de los infiernos.

En aquel momento, al amparo de la oscuridad, se acercó un poco más para atisbar el interior de la casa a través de la ventana.

En la estancia las sombras se movían al son de una melodía que ella no podía escuchar.

Había dos personas en la habitación.

La pareja que se besaba con pasión en la habitación a oscuras, hizo una pausa y se separó cuando una ráfaga de aire helado los envolvió al instante.

El hombre encendió una lámpara y luego abrazó a la mujer. Entonces ambos la vieron: una figura gris se acercaba a ellos con movimientos lentos.

Sus fosas nasales fueron agredidas por el olor a carne putrefacta. Paralizados por la incredulidad y el horror, clavaron los ojos en el rostro que abría la boca en una parodia de sonrisa.

El ser que acababa de aparecer se movió con inusitada rapidez: empujó con fuerza al hombre contra la pared y lo dejó aturdido, al tiempo que cogía a la mujer por los brazos en medio de los gritos de esta. Cuando sintió el primer mordisco recrudecieron los alaridos.

Durante el ataque, el cuerpo femenino se sacudía y daba patadas en el aire, entre chillidos que se convirtieron en gemidos entrecortados; tras unos minutos se hizo por fin el silencio.

El hombre, en estado de shock, permanecía inmóvil, con la mirada perdida.

En el fondo de su mente quizás esperaba despertar de aquella pesadilla, en la que su mujer asesinada regresaba de la tumba, y tras matar a la amante de él, se acercaba cubierta de sangre y le susurraba con voz hueca:

–Me he quedado con hambre.



 
 


Nota: las imágenes pertenecen a las películas: Cementerio general y Evil Dead.
 
 

5 comentarios:

  1. La parte fuerte de tu relato es el que yo no sabia ni sospeche que la protogonista era el monstruo de la historia y no la victima,eso me gusto aunque bueno pusiste pistas...pero no suele ver las pistas jaja. Muy buen relato.

    Y como dice el titulo de un relato de Stpehen King que me gusta "A veces vuelven".

    Saludos.

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  2. Y claro de lo polvo y arena,,, yo pense que era metaforico y que se sentia muy triste... tarde unas lineas mas en captar XD.

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    1. ¡Muchas gracias WarrioR por tus comentarios! Me alegro de que te haya sorprendido, jajaja, yo suelo dejar pasar varios días después de escribir un relato para su publicación aquí, y con esta historia me pasó que no tenía pensado publicarla porque no la sentía del todo "buena", dejé pasar varias semanas y cuando retomé la lectura, me ocurrió lo que a tí, había olvidado de qué se trataba y me sorprendió, por eso decidí publicarla...
      ¡Un saludo!

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  3. Hola, ya sabia que no eres parte de Traffic Club, pues no vi el Banner en Tu blog. Pero eso no importa te seguire visitando.

    Saludos.

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