domingo, 18 de agosto de 2013

Relato: el penúltimo vagón



Subió al último vagón que estaba vacío. Se dejó caer en una banqueta de plástico duro, y cerró los ojos. Pese al ruido de la máquina, tuvo que hacer un esfuerzo por no quedarse dormida allí mismo; no quería correr el riesgo de pasarse de estación, ya que aquel era el último tren.
La idea de permanecer el resto de la noche en un andén del metro desierto, o peor aún, de tener que regresar andando hasta su casa, no resultaba para nada atractiva.

Al pensar en esto vio su reflejo en el cristal que tenía frente a ella: necesitaba un corte de pelo, y adelgazar. Lo primero era más fácil; lo segundo parecía imposible: ninguna dieta funcionaba. Moriría gorda, «qué se le va a hacer».

En la parada siguiente vio con inquietud a tres jóvenes de aspecto descuidado que se acercaron al tren; por suerte entraron en el vagón de adelante.

Ella desde donde estaba ubicada, podía ver a través de la puerta acristalada el interior del vagón vecino.
Cerró los ojos un instante. Los abrió cuando creyó oír un grito por encima de aquel ruido infernal.
Estaban cruzando uno de los túneles negros que atravesaban el bajo vientre de la ciudad, y las luces del interior parpadearon, como solía ocurrir con frecuencia.
La mujer miró por el cristal de la puerta ubicada en el extremo del vagón, y vio que uno de los jóvenes intentaba abrir la puerta del suyo con un gesto desesperado. El chico levantó los ojos y al ver a la mujer comenzó a aporrear el cristal gritando algo.
Ella no sabía qué hacer. ¿Estaba drogado el chaval?
De repente el joven desapareció de su vista, y las luces volvieron a parpadear. «Lo que faltaba» pensó. Volvió a mirar hacia el vagón de adelante, y con un sobresalto descubrió que el cristal de la puerta tenía salpicaduras de un líquido color rojo.
Se incorporó asustada y en aquel instante apareció el rostro ensangrentado de otro joven, cuyos ojos desorbitados se clavaron en la mujer. Ella se estremeció: algo horrible estaba ocurriendo allí. Después se apagaron las luces.
Decidida, se levantó y a tientas buscó el botón de emergencias para detener el tren. No lo encontraba. Tropezó en la oscuridad y se golpeó una rodilla. ¿Cuándo volvería la luz?
En respuesta esta llegó, parpadeante y débil.
Fue hasta el botón y lo pulsó. No oyó nada. ¿Había sonado?
Algo atrajo su mirada hacia el vagón de adelante: este continuaba a oscuras.
Entonces se dio cuenta de que hacía tiempo que el tren no se detenía en ninguna estación. ¿Dónde se encontraban ahora?
Miró su reloj: habían pasado quince minutos. Cinco más y llegaría a su parada. Allí pensaba dar aviso al guarda de seguridad.
Con esta idea volvió a sentarse, un poco más tranquila.
Momentos después resonó un alarido por encima del ruido del tren, proveniente del vagón delantero, todavía a oscuras.
La mujer volvió a incorporarse, con la respiración entrecortada por el miedo, cuando se apagaron todas las luces.
Luego escuchó un ruido de cristales rotos; a continuación alguien estaba intentando abrir la puerta de su propio vagón.
Con la garganta cerrada por el pánico corrió hacia el otro extremo. Era inútil: estaba atrapada allí.
«¡Dios mío, Dios mío!»
Su grito se mezcló con el gemido de los motores del tren en marcha.
Una voz impersonal anunció la llegada a la estación final del recorrido.




Las imágenes son de la película The midnight meat train.

5 comentarios:

  1. ...traigo
    ecos
    de
    la
    tarde
    callada
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    COMPARTIENDO ILUSION
    FABIANA

    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...




    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE ZOMBIS, EXCALIBUR, DJANGO, MASTER AND COMMANDER, LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC…

    José
    Ramón...


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    1. Muchas gracias por tus palabras José Ramón,
      un abrazo
      Fabiana

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  2. Muy bueno, Fabiana, se siente el suspenso de principio a fin. Genial el final abierto.
    ¡Saludos!

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  3. Fabi!!! Me debes un monton de oxígeno que lo sepas :-P me quede en suspense tota. Muy bueno.

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