–Mamá, quiero que venga Kitty con nosotros.
–Kitty no puede venir, cariño.
–¿Por qué no?
–Porque está con papá, haciéndole compañía.
–¿Y por qué no pueden venir los dos?
La madre acarició un rizo dorado de la niña.
–Es un viaje muy largo, cielo.
–¿Puedo verlos?
–Sí; ven, dame la mano.
En la superficie de césped se distinguían dos trozos de
mármol rodeados de flores. Junto a ellos se hallaban dos figuras inmóviles.
Sopló una brisa suave, y el hombre junto a la lápida sonrió entre lágrimas: sentía
el aroma a talcos de su pequeña.
El perro que estaba con él soltó un ladrido, lamió la mano
de su dueño y esperó.
Cuando la brisa dejó de soplar, regresaron a casa.
Nota: las imágenes pertenecen a la película "I am Sam", y a "La vida secreta de las abejas".
Se me eriza la piel... conmovedor¡¡¡ nos leemos¡¡
ResponderEliminarMuchas gracias Francis, me alegro de que te haya gustado...
EliminarUn abrazo.
Hermosa historia de fantasmas, Fabiana, me encantó.
ResponderEliminar¡Saludos!